Por Guillermo De Carli / Fuera de la Ley / El fin de semana pasado falleció el director
George A. Romero, un realizador honesto y creativo, consagrado como
“padre de los zombies” y detonador del cine de terror
contemporáneo. La premisa de Romero fue, siempre, jugar. En su
carrera buscó con humildad y concienzudamente la mejor manera de
hacer las cosas; es decir, la mejor manera de divertirse haciendo
buenas películas.
De padre cubano-gallego y madre lituana, criado en
el Bronx neoyorquino, graduado en la Carnegie-Mellon, se acercó al
cine como pudo en el ambiente provinciano de Pittsburgh: aprendió lo
necesario colándose en el único laboratorio de la ciudad. Mas
tarde, con un par de amigos inició una pequeña productora
publicitaria y no les fue mal. El dinero que entraba se reinvirtió
en equipos, hasta que – aburridos de los avisos – se imaginaron
haciendo un largometraje; vieron que podían, y lo hicieron.
La historia que sigue es conocida: La Noche de
los Muertos Vivos reinventó el terror. Un film extremadamente
independiente que recuperó la
sangre derramada - el gore - como forma expresiva y
como linea de explotación industrial, justo cuando Hollywood entraba
en su peor crisis.
La escribió con su amigo John A. Russo:
Pennsilvania sonaba a Transilvania y entonces había vampiros. Pero
tenían que ser más que Drácula, más que cualquier otro: estos
querían carne. Fue idea de Romero: ¿cómo se levanta un muerto de
la tumba? Hay que hacer fuerza, romper cajones, tierra, lápidas,
pararse. Y están muertos: al final seguro tienen hambre.
El detalle del contagio y la reproducción de
zombies boca a boca lo tomaron de la novela Soy Leyenda, de R.
Matheson, un relato seminal que – como La Noche... - generó
mas de cuatro filmes. Matheson era guionista de la televisiva
Dimensión Desconocida - la famosa Twilight Zone - y el
espíritu y estilo de los capítulos blanco y negro de la serie están
en la película.
Una de las marcas de Romero es su base fuertemente
naturalista: escenas cercanas, cruzadas por el espanto. Hay que ir
hasta Los Pájaros de Hitchcock si se quieren encontrar
antecedentes de ese horror inexplicable que interviene en la vida de
todos los días, y aún así los personajes de Hitchcock nos parecen
un poco mas artificiales que los de La Noche...
La Noche de los Muertos Vivos fue
ciertamente el film mas conocido y apreciado de Romero, y sostuvo
durante años el paradigma del cine independiente norteamericano.
Generó muchísmo dinero a distribuidores y exhibidores, y muy poco a
sus realizadores, inexpertos en lo monetario. Tuvo varias remakes,
numerosas secuelas y copias, tres versiones coloreadas distintas (con
tres sistemas diferentes, zombies verdes, violeta, grises.) y una
adaptación al 3D.
La larga saga que actualmente sobrevive de filmes
de zombies, vampiros, asesinos sobrenaturales y encierro, nace con La
Noche... Romero, sin embargo,
fue muy crítico con lo que vino después, donde lo que creció fue
la intensidad de lo inmundo y los dramas se aplanaron. The
Walking Dead no le gustaba para
nada, y la idea de un zombie come-cerebros le pareció siempre
impracticable - (“¿Cómo abren los cráneos? ¿con qué? Con lo
torpes que son...”).
Zombies-vampiro-caníbales entre familias decentes
fue demasiado para los medios de los ‘60s: el Reader’s Digest
recomendó expresamente a sus lectores no ver el film, bajo riesgo de
ser (sic) inducidos al canibalismo. La revista Variety,
órgano de la Industria del cine, evitó entrar en cuestiones de
censura y eligió atacar a los distribuidores, acusándolos de
vampiros comedores de dólares, capaces de exhibir cualquier
asquerosidad con tal de juntarlos. Señal, finalmente, de que algo de
la crítica social que animaba el film había pegado en los de
Variety.
Ese es el aspecto que mas ha hecho correr tinta
desde el estreno de La Noche... Todos se sorprendieron con una
historia que no cesa de presentar imágenes de ruptura: el amor no
salva nada, la rubia será cada minuto mas tonta, los organizados son
fachos, los niños asesinan a sus padres, y el único personaje
racional y heroico, es negro. Pero, además, porque La Noche...
parece estar siempre contándonos otra cosa: la crítica ha visto en
estas luchas con zombies alusiones muy directas a la convivencia
entre estadounidenses de clase media en una sociedad mercantilizada,
en una historia que ilustra la transgresión del tabú (del incesto,
de las relaciones interraciales, del cuerpo muerto,...) y el caos
inevitable que sobreviene.
Es 1968, el año del Mayo francés y – sobre
todo – de Viet Nam. El blanco y negro, los helicópteros, los
cadáveres apilados eran imagen diaria en los noticieros
norteamericanos: imposible no asociarlo. La Noche de los Muertos
Vivos puede verse como la expresión de un fantasma angustioso
que dominaba los EEUU.
Romero es el primer sorprendido: asegura que pensó
el cuento al derecho, sin dobles sentidos. Que en ultimo caso, fue
objeto – antes que sujeto - de las imágenes en circulación.
El 4
de abril Romero y sus socios recibieron la copia editada de La
Noche... y lo primero que se les ocurrió fue escapar a Nueva
York a buscar un cine que quisiera pasarla, con gente en la platea;
tal su ansiedad por saber finalmente si lo que habían hecho era
nomás una película. Llegaron, pero el norte de la ciudad estaba
transfigurado: sin luz, con saqueos masivos, incendios en cada
esquina, grupos enfrentándose con policías, balazos, los habitantes
atrincherados en sus casas: Martin Luther King había sido asesinado.
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