Manifestamos nuestra solidaridad y adhesión a la lucha que vienen desarrollando los trabajadores colectiveros de la Linea 60. Y manifestamos nuestra profunda preocupación por el giro que tomó el conflicto los últimos días.
Nos sorprende que la negociación haya quedado en la esfera del ministerio de seguridad de la PBA, y que la justicia actuante sea la federal, con Servini de Cubría y Arroyo Salgado, personajes claramente reaccionarios cuya perspectiva sólo puede ser contraria a los derechos de los trabajadores.
Los ámbitos naturales donde se encausan las negaciones en caso de conflictos, el ministerio de trabajo y la justicia laboral, han desaparecido del mismo, lo cual implica una decisión política de llevar el reclamo obrero al terreno del aislamiento y la represión.
Es un escenario similar a los existentes antes de 1945. Teniendo en cuenta que se cumple este año el 70 aniversario del 17 de Octubre, es sugestivo que se dejen de lado varias de las principales conquistas obreras de ese período.
Justamente un logro de las luchas obreras fue la creación del fuero laboral y que fuera éste y no el penal o el comercial el que actuara en los conflictos obreros. De la misma forma que constituyó un logro que el ministerio de trabajo y no la policía y el ministerio del interior fueran los que actuaran en el terreno político administrativo. Como también fue una gran conquista de los trabajadores en el mismo período el surgimiento de las comisiones internas de delegados, y su rol de poder en los lugares de trabajo.
Vemos que en este conflicto los dos primeros actores no aparecen y la comisión interna es atacada, llevando –insistimos- el conflicto a un escenario represivo. Esto no significa que los trabajadores no puedan ganar, romper el frente enemigo haciendo que alguno de los actores, inclusive el ministro de seguridad, jueguen a favor suyo. Pero no deja de ser sorprendente por el retroceso que implica.
Los delegados (electos por las reglas que rigen al sindicalismo y a la UTA) reclaman la reincorporación de los despedidos y apuestan a una racionalización de la empresa que, en ese caso, no implica despidos de laburantes sino el despido de la patronal ineficiente. El estado ahorraría plata y sin duda podría mejorar el servicio, colaborando con los trabajadores.
Es importante que los trabajadores obliguen al sindicato a cumplir su función, y que logren que el estado juegue en su favor. Que el gobierno abandone su posición condescendiente con la patronal y garantice la vuelta al trabajo del conjunto de los choferes y la estabilidad de los delegados.
Debemos evitar el aislamiento de los delegados e impedir que se los presente como “ultras” y demás estigmatizaciones que preparan el terreno para atacarlos. Eso se logra con aguante y con el apoyo de los demás trabajadores y sectores que no se bancan la prepotencia y parasitismo de una patronal que vive de subsidios.
Nos sorprende que la negociación haya quedado en la esfera del ministerio de seguridad de la PBA, y que la justicia actuante sea la federal, con Servini de Cubría y Arroyo Salgado, personajes claramente reaccionarios cuya perspectiva sólo puede ser contraria a los derechos de los trabajadores.
Los ámbitos naturales donde se encausan las negaciones en caso de conflictos, el ministerio de trabajo y la justicia laboral, han desaparecido del mismo, lo cual implica una decisión política de llevar el reclamo obrero al terreno del aislamiento y la represión.
Es un escenario similar a los existentes antes de 1945. Teniendo en cuenta que se cumple este año el 70 aniversario del 17 de Octubre, es sugestivo que se dejen de lado varias de las principales conquistas obreras de ese período.
Justamente un logro de las luchas obreras fue la creación del fuero laboral y que fuera éste y no el penal o el comercial el que actuara en los conflictos obreros. De la misma forma que constituyó un logro que el ministerio de trabajo y no la policía y el ministerio del interior fueran los que actuaran en el terreno político administrativo. Como también fue una gran conquista de los trabajadores en el mismo período el surgimiento de las comisiones internas de delegados, y su rol de poder en los lugares de trabajo.
Vemos que en este conflicto los dos primeros actores no aparecen y la comisión interna es atacada, llevando –insistimos- el conflicto a un escenario represivo. Esto no significa que los trabajadores no puedan ganar, romper el frente enemigo haciendo que alguno de los actores, inclusive el ministro de seguridad, jueguen a favor suyo. Pero no deja de ser sorprendente por el retroceso que implica.
Los delegados (electos por las reglas que rigen al sindicalismo y a la UTA) reclaman la reincorporación de los despedidos y apuestan a una racionalización de la empresa que, en ese caso, no implica despidos de laburantes sino el despido de la patronal ineficiente. El estado ahorraría plata y sin duda podría mejorar el servicio, colaborando con los trabajadores.
Es importante que los trabajadores obliguen al sindicato a cumplir su función, y que logren que el estado juegue en su favor. Que el gobierno abandone su posición condescendiente con la patronal y garantice la vuelta al trabajo del conjunto de los choferes y la estabilidad de los delegados.
Debemos evitar el aislamiento de los delegados e impedir que se los presente como “ultras” y demás estigmatizaciones que preparan el terreno para atacarlos. Eso se logra con aguante y con el apoyo de los demás trabajadores y sectores que no se bancan la prepotencia y parasitismo de una patronal que vive de subsidios.
Por el triunfo de de la lucha!
La construcción de una política popular solo hace apoyando a los trabajadores
La construcción de una política popular solo hace apoyando a los trabajadores
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